sábado, 7 de mayo de 2016

Los grandes monos estamos degenerando, lentamente.

Escribo poco porque mi edad, ya avanzada, me quita el deseo de comunicarme con mis semejantes y desemejantes. Admiro a mis amigas, las hormigas, porque se mantienen inmutables a los cambios y parecen acorazadas contra la depresión. Madame hormiga madre me comentaba que ellas y los mosquitos son los únicos animales de nuestra selva inasequibles al desaliento; y había un toque de orgullo en su voz. No podía menos que estar de acuerdo.

Todo esto viene porque acabo de leer en el "Eco Selvático" una noticia que me confirma nuestra decadencia. En la medida en que los humanos nos reconocen como iguales no tenemos mucha esperanza de sobrevivir. Además son necios de cabo a rabo porque creen que ellos son los únicos que se comunican con inteligencia. ¡Sí ni siquiera tienen la lucidez suficiente como para darse cuenta que no están solos en este planeta! Hace unos días un hipopótamo amigo, de muy malas pulgas pero con gran habilidad para captar el lado cómico de las cosas, que se enteró -de casualidad- que hace una décadas que los humanos han enviado una sonda al espacio profundo para comunicarse con otros seres vivos extra terrestres. ¡Notable! me decía entreabriendo su poderosa boca con una sonrisa irónica: son incapaces de darse cuenta de la vida que bulle en un tiesto de sus ventanas y van a buscar la vida a trillones de kilómetros de la Tierra. ¡Vivir para ver! concluía y yo no podía menos que asentir con tristeza, ya que ahora, los orangutanes jóvenes, han cogido la moda, también, de usar el teléfono móvil hasta para avisar a los de abajo que se aparten, porque se preparan a expulsar los restos de comida digerida.


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