lunes, 27 de agosto de 2007

2. Seguir consejos

Me acabo de encontrar con Adso.
Como no me mencionaba el tema que me interesaba terminé por preguntarle directamente: "¡Has hecho lo que te pedí!".
Me miró con cara de tonto: "¿A que te refieres?". "Vamos -le respondí bruscamente- no te hagas el olvidadizo. Me refiero a empezar tu proceso de Cambio. (se le dije así, con mayúscula)".
Adso miró para otro lado y al comprobar que no tenía escapatoria me respondió más o menos lo que ahora transcribo: "Mira... puede ser que eso funcione... pero no tenía ganas de golpearme la cabeza... ¡esas cosas duelen!". Adso parecía francamente molesto por mi interés en su mejoramiento personal; pero yo, impertérrito, continué:
"Querido primo, poco importa que lo que te recomendé duela. Sería igual si te fuera neutro; incluso si te causara algún interés...".
Mosqueado me miró ceñudo, como si no creyera lo que le decía, y no me interrumpió. "Sabes -proseguí- cuando uno intenta cambiar cualquier cosa que nos propongan nos da pereza empezarla. Aunque no cause dolor, lo mismo nos molesta. No hay nada más difícil que cambiar una rutina, ¡así que no me vengas con cuentos!"
Adso no se creyó lo que le dije. El siguió pensando que no era lo mismo dar cabezadas contra la pared que una modesta sugerencia como, por ejemplo, "levántese medio hora más temprano". Pero en el fondo es igual; no pretendía que siguiera mi consejo, sólo quería que se diera cuenta lo difícil que es seguir cualquier consejo.

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